Optimismo ante todo. Porque lo contrario no tiene sentido. Porque lo que espero que suceda es ahora real, porque creo de verdad en ello y lo quiero con determinación. Que en un futuro puede que no exista es secundario. Entonces habrá algo más por lo que soñar y luchar, porque ya no seré la que soy ahora, y todo habrá cambiado.
La primavera ha llegado a Londres. Bueno, más que la primavera, unos días de sol más que inusuales en el país de la lluvia. Hace tan buen día que las niñas salen a la calle en vestidos floreados y sandalias de colores. Los londinenses se vuelven un poco locos con un rallito de sol... Y no es para menos. Yo también me he vuelto un poco loca este fin de semana. Más que loca... me ha invdadido una sensación de felicidad y energía que hacía tiempo que no sentía. Ayer por la mañana, haciendo fotos alrededor de Chiswick, todo era tan perfecto... El sol, el paseíto a lo largo del Támesis, con un montón de gente haciendo footing o famílias enteras en bicileta, el sol, las interminables explanadas de hierba llenas de gente haciendo picnics, perros saltando cazando freesbies, niños correteando, el sol. Incluso una competición de remo con miles (bueno, quizás sólo cientos) de barcas y participantes, gente animando desde los diques, abuelitos con sus sillas en el paseo mirando con sus prismáticos... Hasta el cementerio de Chiswick me pareció precioso con todas esas cruces y lápidas de piedra apuntando a direcciones diferentes. Y el sol... Oh my God, qué sol. Cada primavera me doy cuenta de cuánto echaba de menos la primavera.
Siento algo de molestia en los ojos, están resecos.. Osti, me toca ya cambiar las lentillas? Llevo ya un mes en Londres?? Parece que hace una semana... aunque por otra parte han pasado tantas cosas que parece que hace un año... Voy a tener que empezar a aprovechar más el tiempo.
Give up yourself unto the moment, the time is now, ta ta taa No me suele gustar este tipo de música pero esta canción es diferente para mi. Ni tan sólo creo que sea brillante como canción, ni la letra me dice nada trascendente, pero tiene algo. Cuando tengo un momento de bajón, en el que estoy empezando a pensar en algo que no quiero pensar, me la pongo. La escucho en la estricta intimidad de mi habitación, y a medida que avanza me hace sentir mejor. Va creciendo una fuerza en mi que me hace sentir optimista. Me repito a mi misma "The time is now", now, now, no tienes que esperar a dentro de un rato para sentirte bien. Ahora, justo ahora. Ya! Y acabo bailando como una loca (por esto la intimidad...). Probadlo.
Me gusta Murakami, su precisión por los detalles, sus palabras justas para describir experiencias tan complejas. La fluidez de su redacción, la lírica de sus paisajes. Sí, es un gran narrador, pero el desarrollo de los personajes me genera malestar. En los tres libros que he leído (a lo mejor no es una muestra lo suficientemente amplia como para generalizar, pero tanto me da), aparecen 3 tipos de personajes:
1. El hombre protagonista, siempre perdido, buscando su rumbo. Egoísta e irresponsable de sus actos. Enfermizamente introspectivo, incomunicativo, asocial. 2. La mujer con la que sueña. Complicada hasta el extremo, incluso con una lista de problemas psicológicos y psiquiátricos severos. Inaccesible, esquiva, fría. Misteriosa. Introspectiva, más que el protagonista si cabe. Que no sabe amar a nadie porque no se ama a sí misma. 3. La mujer con la que convive. Sencilla, del montón, por así decirlo. Espontánea y positiva, con ganas de mirar hacia delante. Amable, comprensiva. Que ama al protagonista sin reservas. ¿Por qué Murakami odia a esta última? ¿Por qué siempre es la que termina hecha una mierda, olvidada y ninguneada? En un momento de la novela, simplemente desaparece, deja de existir en la vida del protagonista sin que ello suponga un cambio brusco en su vida. Sólo se describe cómo por fin consigue unirse a la loca y lo bello y ultraterrenal de la relación, y se olvida de la mujer con los pies en la tierra. Y, a medida que leo esa historia de amor entre los dos primeros, en vez de disfrutarlo, yo sólo puedo acordarme de la tercera, de lo mal que lo está pasando y de lo infeliz que debe sentirse. Porque yo soy la mujer con la que convive. La que es sencilla, normal. La que no siente un impulso por el suicidio cada dos semanas. ¿Ser equilibrada me hace menos interesante? ¿Con menos derecho a ser amada? Hoy, acabando Al sur de la frontera, al oeste del sol he sentido como si yo misma hubiera sido abandonada.
Todavía estoy sorprendida de lo bien que me estoy adaptando. Diciendo sorprendida me quedo corta. Muy corta. Nunca me hubiera imaginado que yo iba a reaccionar así al cambiar de país. Yo, la dependiente, la inmadura, la vaga, la llorona. Imaginaba soledades interminables, llantos a oscuras, preguntas sobre qué narices estoy haciendo en Londres. Y nada. Sólo una serenidad que hacía tiempo que no sentía. Combinado con nervios, inseguridades y expectativas, sí, pero tranquilos y pacientes. Me he sorprendido a mi misma y ahora estoy al acecho por si todos esos monstruos rugen de golpe.